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En el catálogo de nombres pintorescos del crimen organizado, “El Mamado” se lleva el trofeo de la ironía. No es un luchador de la WWE, tampoco un influencer de proteína y gimnasio. Es, nada más y nada menos, el segundo al mando de La Barredora, un grupo criminal que, como su nombre lo indica, no pasa la escoba: arrasa con todo lo que se atraviesa.

Las autoridades han confirmado que este personaje, cuyo verdadero nombre permanece bajo la sombra del anonimato oficial (porque claro, la narrativa del miedo vende más con apodos de telenovela), es el brazo derecho de la organización, manejando operaciones, ajustes de cuentas y lo que sea necesario para mantener viva la maquinaria de plomo.

¿Qué clase de villano se hace llamar “El Mamado”?
En un país donde los jefes criminales se bautizan con nombres como “El Mencho”, “El Chapo” o “El Mayo”, surge este campeón del sarcasmo. Su apodo deja claro que el tipo no pasa desapercibido: músculos inflados, actitud de gimnasio y, según los informes, la habilidad de convertir cualquier zona tranquila en un campo de batalla en menos de lo que dura una serie de Netflix.

Pero lo verdaderamente pestilente de esta historia es el nivel de organización que La Barredora ha alcanzado bajo su mando operativo. Las autoridades describen un esquema criminal que combina violencia, control territorial y estrategias tan afinadas como si fueran el manual de una empresa multinacional. ¿La diferencia? Aquí el producto estrella es el miedo, y los dividendos se cuentan en cuerpos y billetes manchados.

Operativos, capturas y una sombra que no se disipa
A pesar de los esfuerzos del gobierno, “El Mamado” sigue en la lista de los más buscados. Y claro, las conferencias de prensa están llenas de promesas de “cercarlo”, “desmantelar su red” y otros términos que suenan bien en los titulares pero que en el fondo no hacen dormir más tranquilos a quienes viven en las zonas que domina.

Las investigaciones indican que, mientras los altos mandos de La Barredora juegan al ajedrez criminal, “El Mamado” es el alfil que hace los movimientos más sucios: ajustes de cuentas, vigilancia y control de rutas. Su reputación es la de un hombre sin freno, dispuesto a imponer respeto a base de músculo y de fuego.

Un apodo que se convierte en leyenda urbana
En los barrios y colonias donde se escucha su nombre, hay una mezcla de miedo y humor. Porque claro, ¿quién puede tomar en serio a alguien apodado “El Mamado” sin que te venga a la mente la imagen de un fisicoculturista de barrio? Pero basta una llamada equivocada o una mirada cruzada para que esa risa se convierta en silencio incómodo.

La narrativa oficial pinta a este hombre como un “líder clave” dentro del crimen organizado, lo cual, traducido al lenguaje ciudadano, significa que es el que maneja el caos en la periferia mientras los peces gordos se sientan a negociar desde algún escondite.

El problema no es el apodo, es la impunidad
Más allá de lo pintoresco del nombre, la verdadera tragedia es que personajes como “El Mamado” continúan moviéndose en un terreno donde la ley parece invisible. Cada operativo anunciado termina en medio fracaso o con capturas menores, mientras los líderes siguen activos, intocables, como si fueran parte del mobiliario del crimen en México.

Y es que, en esta historia, el músculo no está solo en sus brazos, sino en las redes de corrupción y silencio que le permiten seguir siendo “el segundo al mando” de una organización que, lejos de barrer la violencia, la reparte como si fuera confeti de feria.

Cierre pesteliano:
Así que, mientras las autoridades prometen y los comunicados oficiales se repiten como disco rayado, “El Mamado” sigue ahí, levantando peso en su gimnasio de impunidad. Quizá algún día nos den la noticia de su captura, con foto de chaleco antibalas y pose de “ya lo tenemos”. Pero hasta entonces, el crimen seguirá teniendo cara de apodo absurdo y manos de hierro.

“El Mamado”, el segundo al mando de La Barredora: músculo, plomo y un apodo que pesa más que su currículum

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